32 años después, la enfermedad aun se oculta a pesar de que crece con tanta rapidez como el numero de quimicos-toxicos que comemos, bebemos, respiramos, ponemos en la piel, tomamos como medicamentos, etc. etc. y NO TIENE TRATAMIENTO.
LA MENTIRA DE LA COLZA
Hagamos un poco de historia de
este complejo asunto: a principios de mayo de 1981 se detecta una enfermedad
nueva en España, que afecta rápidamente a un creciente número de individuos. En
los primeros días surgen diversas hipótesis de urgencia sobre el origen que
desencadenó la epidemia, hasta que el gobierno anuncia por televisión que la
culpa de todo la tiene una partida de aceite de colza desnaturalizado,
distribuido en venta ambulante. Los industriales y comerciantes que han
intervenido en el proceso de importación, manipulación y distribución de este
aceite son quienes se sentaron en el banquillo de los acusados. Pero a lo largo
de estos años ha habido una serie de científicos que han evidenciado que el
aceite pesuntamente tóxico no pudo haber sido el causante de la tragedia.
Simultáneamente, otros investigadores han ido
siguiendo una pista distinta, que conduce a un origen mucho más lógico para la
epidemia, si tomamos en consideración todos los elementos que conformaron la
intoxicación detectada en 1981. Esta pista tiene su punto de partida en una
combinación insecticida, concretamente un combinado nematicida
organotiofosforado que envenenó a las más de 60.000 víctimas al consumir éstos
tomates de una determinada partida tratada con el aludido insecticida.
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